Por primera vez, miden potentes vientos estratosféricos en Júpiter

Utilizando el conjunto ALMA (Atacama Large Millimeter/submillimeter Array), un equipo de astrónomos ha medido por primera vez, de forma directa, los vientos de la atmósfera media de Júpiter. Al analizar las secuelas de una colisión de cometas que tuvo lugar en la década de 1990, los investigadores han revelado que, cerca de los polos de Júpiter, se desencadenaron vientos de una enorme potencia, con velocidades de hasta 1450 kilómetros por hora. Podrían representar lo que el equipo ha descrito como una «bestia meteorológica única en nuestro Sistema Solar».

Esta imagen es una representación artística de los vientos en la estratosfera de Júpiter cerca del polo sur del planeta. Las líneas azules representan las velocidades del viento. Estas líneas se superponen sobre una imagen real de Júpiter, tomada por el instrumento JunoCam, a bordo de la nave espacial Juno, de la NASA. Las famosas bandas de nubes de Júpiter se encuentran en la atmósfera inferior, donde los vientos se han medido previamente. Pero rastrear los vientos justo por encima de esta capa atmosférica, en la estratosfera, es mucho más difícil, ya que allí no hay nubes. Al analizar las secuelas de una colisión de cometas de la década de 1990 y utilizar el telescopio ALMA, del que ESO es socio, los investigadores han sido capaces de revelar la presencia de vientos estratosféricos increíblemente potentes cerca de los polos de Júpiter con velocidades de hasta 1450 kilómetros por hora. Crédito: ESO/L. Calçada & NASA/JPL-Caltech/SwRI/MSSS

Júpiter es famoso por sus distintivas bandas rojas y blancas: nubes arremolinadas de gas en movimiento que los astrónomos utilizan tradicionalmente para rastrear los vientos de la atmósfera inferior de Júpiter. Los astrónomos también han visto, cerca de los polos de Júpiter, los vívidos resplandores conocidos como auroras, que parecen estar asociados con fuertes vientos en la atmósfera superior del planeta. Pero, hasta ahora, los investigadores nunca habían podido medir de forma directa los patrones de los vientos que tienen lugar entre estas dos capas atmosféricas, en la estratosfera.

Medir las velocidades del viento en la estratosfera de Júpiter utilizando técnicas de seguimiento de nubes es imposible debido a la ausencia de nubes en esta parte de la atmósfera. Sin embargo, los astrónomos obtuvieron una ayuda alternativa para poder llevar a cabo estas mediciones: el cometa Shoemaker-Levy 9, que colisionó con el gigante gaseoso de manera espectacular en 1994. Este impacto produjo nuevas moléculas en la estratosfera de Júpiter, donde se han estado moviendo con los vientos desde entonces.

Un equipo de astrónomos, dirigido por Thibault Cavalié, del Laboratorio de Astrofísica de Burdeos (Francia), ha rastreado una de estas moléculas – cianuro de hidrógeno – para medir directamente los «chorros» estratosféricos en Júpiter. Los científicos usan la palabra «chorros» para referirse a bandas estrechas de viento en la atmósfera, como las corrientes de chorro de la Tierra.

“El resultado más espectacular es la presencia de fuertes chorros, con velocidades de hasta 400 metros por segundo, que se encuentran bajo la aurora, cerca de los polos”, afirma Cavalié. Estas velocidades de viento, equivalentes a unos 1450 kilómetros por hora, son más del doble de las velocidades máximas de tormenta alcanzadas en la Gran Mancha Roja de Júpiter y más del triple de la velocidad del viento medida en los tornados más fuertes de la Tierra.

“Nuestra detección indica que estos chorros podrían comportarse como un vórtice gigante con un diámetro de hasta cuatro veces el de la Tierra y unos 900 kilómetros de altura”, explica el coautor, Bilal Benmahi, también del Laboratorio de Astrofísica de Burdeos. “Un vórtice de este tamaño sería una bestia meteorológica única en nuestro Sistema Solar”, añade Cavalié.

Esta imagen, tomada con el telescopio MPG/ESO de 2,2 metros y el instrumento IRAC, muestra al cometa Shoemaker Levy 9 impactando sobre Júpiter en julio de 1994. Crédito: ESO

Los astrónomos conocían los fuertes vientos que hay cerca de los polos de Júpiter, pero en una parte mucho más alta de la atmósfera, cientos de kilómetros por encima del área en la que se centra el nuevo estudio, que se publica hoy en la revista Astronomy & Astrophysics. Estudios previos predijeron que estos vientos de la atmósfera superior disminuirían en velocidad y desaparecerían mucho antes de llegar a una zona tan profunda como la estratosfera. Según Cavalié, “Los nuevos datos de ALMA nos dicen lo contrario”, y añade que encontrar estos fuertes vientos estratosféricos cerca de los polos de Júpiter fue una «verdadera sorpresa».

El equipo utilizó 42 de las 66 antenas de alta precisión de ALMA, ubicadas en el desierto de Atacama, en el norte de Chile, para analizar las moléculas de cianuro de hidrógeno que se han estado moviendo en la estratosfera de Júpiter desde el impacto de Shoemaker-Levy 9. Los datos de ALMA les permitieron medir el efecto Doppler —pequeños cambios en la frecuencia de la radiación emitida por las moléculas— causado por los vientos en esta región del planeta. “Al medir este cambio, pudimos deducir la velocidad de los vientos de manera muy similar a como se hace para deducir la velocidad de un tren que pasa por el cambio en la frecuencia del silbato del tren”, explica el coautor del estudio, Vincent Hue, científico planetario del Instituto de Investigación Southwest, en Estados Unidos.

Además de los sorprendentes vientos polares, el equipo utilizó ALMA para confirmar, también por primera vez, la existencia de fuertes vientos estratosféricos alrededor del ecuador del planeta midiendo directamente su velocidad. Los chorros detectados en esta parte del planeta tienen velocidades medias de unos 600 kilómetros por hora.

El tiempo de telescopio empleado por ALMA para llevar a cabo las observaciones con las que se rastrearon los vientos estratosféricos, tanto en los polos como en el ecuador de Júpiter, fue de menos de 30 minutos. “Los altos niveles de detalle que logramos en este corto espacio de tiempo demuestran realmente la capacidad de las observaciones de ALMA”, dice Thomas Greathouse, científico del Instituto de Investigación Southwest (EE.UU.) y coautor del estudio. “Para mí es asombroso poder ver la primera medición directa de estos vientos”.

“Estos resultados de ALMA abren una nueva ventana para el estudio de las regiones de Júpiter con auroras, algo realmente inesperado hace tan solo unos meses”, afirma Cavalié. “También preparan el escenario para mediciones similares, pero más extensas, que realizarán la misión JUICE y su instrumento de ondas submilimétricas”, añade Greathouse, refiriéndose al JUpiter ICy moons Explorer (explorador de las lunas heladas de Júpiter) de la Agencia Espacial Europea, que se espera se lance al espacio el próximo año.

Increíble imagen de Júpiter tomada con luz infrarroja en la noche del 17 de agosto de 2008 con el prototipo de instrumento MAD (Multi-Conjugate Adaptive Optics Demonstrator, demostrador de óptica adaptativa multi conjugada), instalado en el VLT (Very Large Telescope) de ESO. Esta foto en falso color es la combinación de una serie de imágenes tomadas durante un lapso de tiempo de unos 20 minutos, con tres filtros diferentes (2; 2,14; y 2,16 micras). La nitidez de la imagen obtenida equivale aproximadamente a unos 90 milisegundos de arco a través de todo el disco planetario, un verdadero récord frente a imágenes similares tomadas desde tierra. Esto corresponde a ver detalles de unos 300 km de ancho en la superficie del planeta gigante. En esta imagen no puede verse la gran mancha roja, ya que se encontraba al otro lado del planeta durante las observaciones. Las observaciones se realizaron en longitudes de onda infrarrojas donde hay una gran absorción debido al hidrógeno y el metano. Esto explica por qué los colores son diferentes a los que vemos normalmente en Júpiter con luz visible. Esta absorción implica que la luz sólo se puede reflejar de vuelta desde nubes a gran altitud, y no de nubes más profundas. Estas nubes se encuentran en la parte superior, muy estable, de la troposfera de Júpiter, donde las presiones están entre 0,15 y 0,3 bares. La mezcla es débil dentro de esta región estable, por lo que las diminutas partículas de neblina pueden sobrevivir de días a años, dependiendo de su tamaño y velocidad de caída. Además, cerca de los polos del planeta, se genera una neblina estratosférica más alta (regiones en azul claro) por interacciones con partículas atrapadas en el intenso campo magnético de Júpiter. Crédito: ESO/F. Marchis, M. Wong, E. Marchetti, P. Amico, S. Tordo

El Telescopio Extremadamente Grande (ELT) de ESO, basado en tierra y que verá su primera luz a finales de esta década, también explorará Júpiter. El ELT será capaz de hacer observaciones muy detalladas de las auroras del planeta, dándonos más información sobre su atmósfera.

Artículos de interés.

Información adicional.

Este trabajo de investigación se presenta en el artículo científico «First direct measurement of auroral and equatorial jets in the stratosphere of Jupiter», publicado hoy en la revista Astronomy & Astrophysics (doi:10.1051/0004-6361/202140330).

El equipo está formado por T. Cavalié (Laboratorio de Astrofísica de Burdeos [LAB], Francia, y LESIA, Observatorio de París, Universidad de Investigación PSL [LESIA], Francia); B. Benmahi (LAB); V. Hue (Instituto de Investigación Southwest [SwRI], EE.UU.); R. Moreno (LESIA), E. Lellouch (LESIA); T. Fouchet (LESIA); P. Hartogh (Instituto Max-Planckt para la Investigación del Sistema Solar [MPS], Alemania); L. Rezac (MPS); T. K. Greathouse (SwRI); G. R. Gladstone (SwRI); J. A. Sinclair (Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL), Instituto Tecnológico de California, EE.UU.); M. Dobrijevic (LAB); F. Billebaud (LAB) y C. Jarchow (MPS).

El comunicado de prensa original fue publicado por el Observaotario Europeo Austral (ESO, por su sigla en inglés), socio de ALMA en nombre de Europa.

Antenas del ALMA en pleno invierno. Crédito: ESO.

El Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA), una instalación astronómica internacional, es una asociación entre el Observatorio Europeo Austral (ESO), la Fundación Nacional de Ciencia de EE. UU. (NSF) y los Institutos Nacionales de Ciencias Naturales de Japón (NINS) en cooperación con la República de Chile. ALMA es financiado por ESO en representación de sus estados miembros, por NSF en cooperación con el Consejo Nacional de Investigaciones de Canadá (NRC) y el Ministerio de Ciencia y Tecnología de Taiwán (MOST), y por NINS en cooperación con la Academia Sinica (AS) de Taiwán y el Instituto de Ciencias Astronómicas y Espaciales de Corea del Sur (KASI).

La construcción y las operaciones de ALMA son conducidas por ESO en nombre de sus estados miembros; por el Observatorio Radioastronómico Nacional (NRAO), gestionado por Associated Universities, Inc. (AUI), en representación de Norteamérica; y por el Observatorio Astronómico Nacional de Japón (NAOJ) en nombre de Asia del Este. El Joint ALMA Observatory (JAO) tiene a su cargo la dirección general y la gestión de la construcción, así como la puesta en marcha y las operaciones de ALMA.

Vídeos de interés.

En este video vemos una representación artística animada de los vientos en la estratosfera de Júpiter, cerca del polo sur del planeta, donde las líneas azules representan las velocidades del viento. Estas líneas se superponen sobre una imagen real de Júpiter, tomada por el instrumento JunoCam, a bordo de la nave espacial Juno de la NASA.

Las famosas bandas de nubes de Júpiter se encuentran en la atmósfera inferior, donde los vientos se habían medido con anterioridad. Pero rastrear los vientos justo por encima de esta capa atmosférica, en la estratosfera, es mucho más difícil, ya que allí no hay nubes. Al analizar las secuelas de una colisión de cometas de la década de 1990 y utilizar el telescopio ALMA, los investigadores han sido capaces de revelar la presencia de vientos estratosféricos increíblemente potentes cerca de los polos de Júpiter con velocidades de hasta 1450 kilómetros por hora. 

Crédito:ESO/L. Calçada & NASA/JPL-Caltech/SwRI/MSSS

Esta animación de Júpiter fue creada a partir de imágenes reales tomadas con el Telescopio Espacial Hubble de la NASA/ESA. En el hemisferio sur del planeta pueden verse, en marrón oscuro, los lugares de impacto de los fragmentos del cometa Shoemaker-Levy 9, que se precipitó sobre Júpiter en 1994. Crédito:ESO/M. Kornmesser, NASA/ESA


CONTACTOS

Nicolás Lira

Coordinador de Comunicaciones y Educación

Observatorio ALMA, Santiago, Chile

Teléfono fijo: +56 2 2467 6519

Teléfono móvil: +56 9 9445 7726

Correo electrónico: nicolas.lira@alma.cl


Bárbara Ferreira

Oficial de Prensa ESO

Garching, Munich, Alemania

Teléfono fijo: +49 89 3200 6670

Correo electrónico: pio@eso.org


Dave Finley

Public Information Officer

NRAO

Teléfono fijo: +1 575 835 73 02

Correo electrónico: dfinley@nrao.edu


Masaaki Hiramatsu

Encargado de Educación y Extensión, NAOJ Chile

Observatorio de Tokio, Japón

Teléfono fijo: +81 422 34 3630

Correo electrónico: hiramatsu.masaaki@nao.ac.jp


• Publicado en ALMA el 18 de marzo del 2021, enlace publicación.

Lo más visto del mes