Insectos en el menú espacial
Mucho antes de que los humanos alcanzaran la órbita, los insectos ya habían demostrado su capacidad para superar los obstáculos de los vuelos espaciales. Ligeros, altamente adaptables y con una rica nutrición, estos resistentes animales representan una opción atractiva para los investigadores europeos que estudian fuentes de alimento fiables para misiones de larga duración.
Comer insectos no es inusual: miles de millones de personas lo hacen a diario. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura ( FAO ), los seres humanos consumen más de 2000 especies de insectos en todo el planeta.
La Agencia Espacial Europea ha reunido a un equipo de expertos en alimentación, biología y espacio de toda Europa para estudiar si los insectos podrían formar parte del menú de un astronauta.
El rendimiento de los bichos en el espacio ha sido objeto de varios experimentos que se remontan a la década de 1940.
Aunque los resultados varían según la especie, la microgravedad no parece alterar su desarrollo o comportamiento de manera importante.
«Los insectos parecen adaptarse bastante bien a entornos espaciales. Tienen una buena capacidad para soportar el estrés físico», afirma Åsa Berggren, profesora de la Universidad Sueca de Ciencias Agrícolas y autora principal de un estudio publicado en la revista Frontiers in Physiology .
“Estos pequeños animales también son muy buenos a la hora de convertir materiales que los humanos no podemos comer en su propio crecimiento y nos proporcionan alimentos nutritivos”, añade Åsa.
El equipo descubrió en estas diminutas criaturas un claro potencial para reciclar nutrientes y producir proteínas de forma sostenible. Pero antes de que los insectos pudieran integrarse en el menú espacial, los investigadores europeos querían comprender cómo la microgravedad afecta procesos biológicos clave, como los ciclos de vida, la fisiología y la reproducción.
Hotel orbital para insectos
El primer animal en llegar al espacio y sobrevivir al viaje fue la mosca de la fruta en 1947. Este humilde insecto viajó en un cohete V-2 para estudiar el impacto de la radiación en los organismos vivos.
Desde entonces, las moscas de la fruta se han convertido en un modelo estándar para la investigación de fisiología, comportamiento y desarrollo en el espacio. Lograron completar su ciclo vital en microgravedad, desde la fecundación hasta convertirse en insectos adultos capaces de reproducirse.
Muchos más les siguieron: abejorros, moscas domésticas, orugas y hormigas. Las hormigas demostraron una notable capacidad para adherirse a la superficie, mientras que especies como los insectos palo tuvieron dificultades para desplazarse, la radiación y la reproducción.
En una sorprendente prueba de resistencia, los osos de agua (pequeños animales invertebrados conocidos por sobrevivir en condiciones extremas) soportaron la exposición al espacio exterior durante el experimento “Tardígrados en el espacio” de la ESA en 2007.
Comprender los mecanismos por los cuales los organismos sobreviven en el espacio puede abrir nuevas puertas en la biociencia.
Deliciosos bocados espaciales con patas
En la Tierra, los insectos son valorados tanto por su sabor como por su valor nutricional, y están ganando visibilidad en Europa como parte de sistemas alimentarios más sostenibles. Las formas más populares de cocinarlos y condimentarlos hacen que los grillos sepan a nueces con un regusto ahumado, mientras que los gusanos de la harina se asemejan al tocino y las hormigas tienen un toque ácido a limón.
Los gusanos y otros insectos son una excelente fuente de proteínas, ácidos grasos, hierro, zinc y vitaminas B, con valores a menudo comparables o superiores a los de la carne, el pescado y las legumbres.
Para la investigación espacial, el grillo doméstico y el gusano de la harina amarillo se encuentran entre los invertebrados más utilizados. Ambas especies fueron autorizadas por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria para su venta y consumo humano en 2023.
La harina de grillo es una fuente de proteínas que se utiliza habitualmente para elaborar pan, pastas y galletas.
La astronauta de la ESA Samantha Cristoforetti incluso llenó una barra de cereal de arándanos con harina de grillo para su misión espacial en 2022.
No está en el menú – todavía
El panorama general del impacto del espacio en los insectos aún está incompleto. Gran parte de los datos disponibles son antiguos (muchos experimentos se realizaron entre 1960 y 2000) y están dispersos en diferentes misiones.
La duración de los experimentos es otra limitación. Muchos estudios sobre vuelos parabólicos duraron apenas unos minutos, e incluso estancias más largas en el espacio no superaron los 50 días, una duración inferior al ciclo de vida completo de un insecto.
Los investigadores ahora quieren probar especies que puedan completar todas las etapas durante su estancia en órbita. Para ello, la ESA y sus socios están diseñando nuevos experimentos sobre los efectos de la microgravedad en los insectos.
Publicado en ESA el 7 de noviembre del 2025, enlace publicación.












